Viajar se escribe en mayúsculas, en negrita y subrayado.
Viajar nos recarga, nos llena de vida, nos abre la mente…
Y, cuando vuelves a casa, sientes que algo ha cambiado, como si hubieras ampliado tu mirada.
En esta ocasión, he practicado un viaje entre dos mundos, el desarrollo personal y la espiritualidad.
Estos dos mundos son los dos mundos que durante esta pandemia han estado presentes. Siendo uno de ellos el que te regala una visión más amplia donde no existe la preocupación el problema.
No ha sido fácil, para nadie. Y si que ha sido de gran ayuda para muchos.
¿Se puede viajar sin trasladarse?
Pues claro que sí, de hecho nuestra mente es una gran exploradora de viajes.
Ella (la mente) nos traslada a diferentes lugares, escenarios, y transmite grandes sensaciones a nuestros sentidos…
Pero, mi viaje va a ser un viaje, acompañada y de acompañamiento.
Y aquí está el primer viaje que te propongo:
Destino: El viaje del desarrollo personal a la visión espiritual.
Como todo viaje, hay un recorrido, y este recorrido está marcado por unas etapas.
Este viaje no lo hago sola, si para mi acompañar es una de mis misiones en la vida, también me gusta estar acompañada.
En esta ocasión, mi acompañante es una gran comunicadora y divulgadora del desarrollo personal, Anne Igartiburu.
¿Te apuntas a este viaje?
Te mostraremos el camino de este impresionante viaje…
Solo te queda planificarte para que puedas comenzar con nosotras.
Te comparto aquí toda la información que necesitas para que viajemos juntos.